14.7.13

Bauhaus (o el fantástico mundo de Gropius)



En 1925 Walter Gropius decide trasladar la sede de la escuela Bauhaus, fundada hacía ya 6 años en la ciudad de Weimar. Aprovecha esta oportunidad para plasmar todos sus pensamientos en nuevo edificio que marcaría un hito en la historia de la Arquitectura y en los inicios del Movimiento Moderno. La primera fase de la escuela estaba terminada y sus experimentaciones de formas y diseños se encontraban listas para ser teorizadas y practicadas. Por ello, Gropius supo desde un principio que este nuevo edificio debería ser el fiel reflejo de las certezas encontradas.


Dessau, a unos 120 km de Berlin, se abre hacia la escuela que le supo incorporar un nuevo carácter urbano. El edificio que plantea Gropius se desarrolla mediante su premisa de "la forma sigue a la función" y organiza todos los elementos en espacios independientes que luego buscará unir en un solo lugar. Así aparecen volúmenes muy diferenciados pero coherentes con cada una de las funciones que se llevarán a cabo dentro de la escuela. Entre ellos, el taller principal que da hacia la actual calle Gropuisallée se lleva todas las miradas. Aquí es donde el arquitecto, por primera vez en la Arquitectura, configura un espacio continuo y abierto hacia el exterior completamente en dos de sus lados cuyo cerramiento se posa por fuera de la estructura enfatizando no sólo la continuidad horizontal sino también la vertical. Con el mismo criterio Gropius desarrolla los núcleos de escaleras y enfatiza así los accesos a la escuela. Se transforma así en un gran portal hacia la ciudad y hacia el resto del mundo.


Cada espacio toma características propias, fundadas en su génesis desde la función y así se establece un repertorio de soluciones dentro del mismo edificio. Las aulas y oficinas  pierden trasparencia y articulan ventanales medidos pero no por eso menos elocuentes. El gradiente de opacidad demuestra los valores sobre la forma y la función que pregonaba Gropius. Así también lo demuestran los dormitorios de los estudiantes donde pequeños balcones permitían un contacto mínimo pero eficiente entre ellos. Aquí se enfatiza la distinción volumétrica en donde emerge este programa distinto por sobre la distribución en horizontal de la escuela y sus dependencias.


Cuando en 1925 se termina la construcción, Gropius prepara para la inauguración un verdadero espectáculo de luces. Desde el interior,  con todas las luces de ambiente apagadas, se iluminó el edificio con grandes reflectores en movimientos que iban mostrando poco a poco todas las permeabilidades de la piel. El desconocimiento momentáneo del proyecto ponía en duda las concepciones preestablecidas de la Arquitectura y ponía a los nuevos visitantes en un gran desconcierto. Los objetivos principales de la escuela pudieron lograrse y Gropius consiguió con ella marcar una nueva tendencia clara en el diseño. Hasta tuvo el privilegio de albergar grandes profesores como Vasili Kandinsky y Paul Klee. La escuela fue cerrada por los nazis en 1933, ya en su sede de Berlín en manos de Mies Van der Rohe, otro fiel discípulo de Peter Behrens, quien supo albergar en su estudio al propio Gropios y a Le Corbusier.


Walter Gropius, al terminar la nueva sede de la Bauhaus, afirmó que un edificio se comprende realmente cuando se le da una vuelta completa, se lo recorre por todo su exterior. Quizás tratando de justificar su nueva creación o bien pretendiendo que puedan entender este nuevo paradigma, estableció un gran concepto sobre la apreciación arquitectónica. Por si no era suficiente, en la inauguración de 1925 mostró imágenes desde un helicóptero que evidenciaban, casi objetualmente, la tan vanguardista morfología.

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Fotos las fotos corresponden a la colección personal de Juan Manuel Cañonero, a excepción de la segunda, cedida específicamente por Carolina María Curci para este blog. Todos los derechos reservados.