18.3.11

Nota Personal

La expresión del artista en su obra muchas veces es desligada de la persona física quien ha obrado materialmente. Existe, pienso yo, un artista dentro de cada persona, el cual muchas veces es libre de prejuicios y al cual no lo ataca directamente el exterior. Este es tan libre como un niño que en su ignorancia sobre el mundo refleja sus sentimientos de la manera más pura y creativa. Es tan libre que puede hacer cosas que la propia persona no cree posible. Cuántas veces ocurre que al mirar una producción artística uno se asombra de lo que ha logrado. Pues claro, uno no ha logrado nada en realidad. Evidentemente, es algo sorprendente. Desligarse de la persona es el ejercicio principal que lleva a cabo el artista, para poder ejercer su oficio con las libertades en las cuales lo concibe. Es también trabajo de la persona hacer lo que sea necesario para separar al artista propio; en un principio todo se encuentra mezclado, y es necesario separarlo. Para ello, sólo se requiere de la dedicación de la persona, para que en el momento que lo desee, el artista pueda trabajar en paz. Uno mucho veces llama a este fenómeno "inspiración". Es evidente entonces que para inspirarse es cuestión de trabajar arduamente y que la inspiración, consecuentemente, no es más que el artista mismo expresándose. Esta "inspiración" -que bien podría llamarse "expresión"- suele ocurrir en momentos de ocio. Pero el ocio es relativo; lo que en realidad sucede es que la persona física ha dejado de trabajar y a dado lugar a que el artista pueda obrar tranquilo. Mientras la persona se ejercita, el artista descansa, ocioso.
Ahora bien, dentro de la relación entre la persona y el artista existe una ligazón notable: el sentimiento. No existe otra manera que no sea a través del sentir en que la persona se pueda comunicar con el artista y viceversa. Los románticos, a modo de paráfrasis cartesiana, afirmaban: "Siento, luego existo". El artista sólo puede existir cuando existe el sentimiento. Pero el sentir no es unívoco y no siempre es entendible; este lenguaje hasta suele ser irracional. Pero allí está la clave de su éxito intrínseco: la racionalidad no es más que un límite. Es común pensar en la tristeza como una de las grandes "inspiraciones/expresiones" de los artistas. Bien es sabido que aquí el sentimiento es más vívido y profundo que en la felicidad corriente. Esto no es privativo, aunque sí, lo más común. Análogamente, los momentos faltos de sentimientos y de poca reflexión inducen al artista a un merecido descanso.
Como buena reflexión, no encuentro ninguna certeza.
Sólo cito a Van Gogh:
"Sufrir sin quejarse es la única lección que debemos aprender en esta vida".