3.2.08

Naturaleza I

Muchas veces el arte es considerado la representación de la naturaleza. Esta definición superficial no dista del pensamiento grobal y puede considerarse cada una de sus ramas como distintos elementos bellos por su pureza. Otra corriente supone al arte como un nivel más alto que la naturaleza misma, en donde los artistas son creadores de estereotipos que deben luego trasladarse a la vida cotidiana; por ejemplo, que los girasoles más bellos son aquellos que se parecen más a los que pintó Van Gogh, o que no hay figura humana mas perfecta que la del David de MIguel Ángel. De cualquier forma, la relación arte-naturaleza sin dudas produce en la mente humana cierta satisfacción, fomentada por la costumbre de los sentidos a los estímulos del entorno natural.



Casa Milà

Gaudí siempre tuvo en la mayoría de sus obras una justificación natural para cada uno de los componentes. Los animales, particularmente los reptiles, como así también las plantas, las flores, el agua... Esta inspiración produce una plasticidad inigualable y una coherencia espacial sin precedente.



La Casa Milà, como entre tantas otras, presenta muchas similitudes con la naturaleza. Su acceso es una gran puerta con el vidrio repartido de manera poco común. La forma se asemeja a la vida: un grupo de células de algún tejido animal, de algún tipo de hoja, o así también la piel de un reptil.



Ya dentro del edificio la puerta se funde con las columnas que a su vez generan el cielorraso colorido y minuciosamente detallado. Por qué no pensar en un bosque, en la luz del sol atravesando las copas de los árboles. Gaudí logra magistralmente, no sólo un entorno natural, sino más bien, una escena viva.



¿Es acaso este elemento una lámpara? La semejanza con la naturaleza puede ser tan precisa que se pierde el carácter funcional de los componentes. Incluso puede verse detrás de este foco-serpiente una columna que parece ser más una pared rocosa de una cueva de montaña que un elemento estructural. El arquitecto en este caso (como en cada una de sus obras) ve a los objetos funcionales como fundamentales para generar el espacio que desea, el arte que se imagina.



Los elementos que para cualquier arquitecto moderno son fáciles de diseñar, fáciles de declararlos estándar y de abaratar su costo con métodos industriales capitalistas, son para los grandes maestros la mismísima arquitectura. Desde la extravagancia de Gaudí hasta el minimalismo de Le Corbusier, quien encontraba en la simplicidad de los elementos la pureza de los ambientes.

La arquitectura, como arte generadora de espacios, debe abarcar el detalle que da carácter al mismo, y que produce la sensación de bienestar en la mente humana. El hombre moderno alienado no sabe encontrar la similitud de su hogar con la naturaleza; más bien piensa lo opuesto, porque incluso busca alejarse.

Así está el mundo.

¿Es acaso el arte el reflejo de la naturaleza?

¿Es realmente el arte el modelo a seguir?