22.5.13

Inmersión en la Casa Batlló

Antoni Gaudí, sacando provecho de las ya proyectadas casas Amatller y Lleó Morera de Puig i Cadafalch y Domènech i Montaner respectivamente, se encamina en la remodelación de una vivienda tradicional catalana situada en la mismísima Manzana de la Discordia, conocida con ese nombre por ser el escenario físico de enfrentamiento intelectual de los tres arquitectos más famosos del modernismo. Sus ambiciones, como todo gran artista, era destacarse y así las compartía con los Batlló, que dieron rienda suelta a la creatividad de este genio de la Arquitectura. El resultado está a la vista de todos, desde 1906 en adelante.


Ya desde la calle, el Paseo de Gràcia, la avenida más espectacular de Barcelona, puede verse la magnitud de la obra de arte de Gaudí y su repercusión en la gente. Cien años más tarde sigue siendo un centro de atracción de amantes del arte o de simples transeúntes que no pueden evitar el ingreso. En mi primer día en la ciudad, no tuve otra opción que entrar. No era parte del plan, ya meditado y acomodado, pero fue imposible resistirse. Así aparece la elocuente fachada, que para algunos es la alegoría de Sant Jordi venciendo al dragón legendario, para otros es La Casa de los Bostezos o simplemente una verdadera locura conceptual. Lo cierto es que su implantación y su relación con la ciudad es magnífica. Desde las sutiles sinuosidades hasta sus alturas relativas en relación con los vecinos hacen de esta obra el estandarte de una ciudad que vive dedicada al progreso y su demostración.


El interior es aún más mágico, porque efectivamente es magia lo que uno siente al ingresar. Un estado en donde las leyes de la física dejan de existir y uno se encuentra inmerso en un mar de deleite visual y espacial. Un mar de texturas, colores, atmósferas, vida. Porque si hay algo que denota en cada rincón esta casa es la vida misma. Sin ser explícito en las formas Gaudí logra una alusión constante a seres marinos, terrestres y mitológicos. Flores, huesos, escamas. El despliegue orgánico que se muestra no sólo es alucinante, sino también coherente. Lo que a simple viste parece un catálogo desmedido de insinuaciones es un hermoso leit motiv a modo de ecosistema perfecto.


Los ambientes interiores se encuentran inundados de formas que se entrelazan sin distinguir planos verticales u horizontales. La morfología de los cerramientos se funde en matices de opacidad y transparencia que iluminan y dan vida a cada uno de los espacios, con texturas y colores plenamente medidos que generan una atmósfera de equilibrada composición arquitectónica.


El patio que vincula todas las viviendas (los Batlló sólo habitaban el piano nobile) se baña de una luz buscada al máximo, abriéndose el espacio a medida que asciende hacia ella. Las aberturas, contrariamente, se van achicando de manera tal que donde la luz es más próxima, la recepción es poca, repartiéndose así de manera prácticamente homogénea hacia las plantas más bajas, en donde las ventanas toman proporciones mayores. Para ayudar a la armonía y al equilibrio Gaudí utiliza cerámicos en degradé que se van aclarando hacia lo profundo del patio, para equilibrar aún más el baño de luz.


La terraza accesible pone en evidencia las alegorías más humanas y permite, metafóricamente claro está, "acariciar el dragón". No pierde oportunidad Gaudí para dejar una pequeña abertura para poder ver la Sagrada Familia, obra ya iniciada en aquella época, en donde el arquitecto dedicaba casi toda su atención. Un recurso similar utilizaría más adelante en la Casa Milà.


Mapping en Casa Batllò, por si las alegorías no están claras

La cercanía de esta obra de Gaudí con el concepto de obra de arte total que pregonaban por aquel entonces es realmente asombroso. Desde el más pequeño detalle hasta el más grandioso elemento se configura un relato coherente y encantador. La creatividad de este genio roza los límites de lo imposible, a tal punto que cuesta, por momentos, contener algunas lágrimas de emoción.

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Fotos las fotos corresponden a la colección personal de Juan Manuel Cañonero, a excepción de la primera, cedida específicamente por Carolina María Curci para este blog. Todos los derechos reservados.